La idea es participar de la cadena de reciclaje de los productos, en este caso encargándose de la recogida de una buena parte de ellos y su traslado a los centros de tratamiento. Se puede trabajar por libre o para otras empresas ya existentes y es susceptible de recibir subvenciones por la importante tarea de beneficio público que representa. Algunos de los productos a reciclar son: cartón, pilas, baterías, aceites, toner de impresoras y fotocopiadoras, vidrio, papel, escombros, etc.