Los congresos están en auge, pero lamentablemente los ciegos y sordos quedan excluidos por razones obvias. A no ser que seamos capaces de ofrecer a los organizadores un servicio especial de atención que les permita enterarse de los discursos de los ponentes. En este caso, habría que disponer de una pantalla de grandes dimensiones que permita a los sordos leer los labios; de un intérprete de lenguaje para sordomudos y de una edición de las ponencias en sistema braille para los ciegos. De esta forma podrán participar incluso en los debates y mesas redondas.