Introducción
A la hora de emprender cualquier negocio hay que partir desde un inicio. Así, una empresa se puede entender como la materialización de la idea de un empresario.
Teniendo en cuenta lo anterior se puede afirmar que en toda actividad empresarial hay dos elementos básicos que resultan imprescindibles:
El Servicio de Creación de empresas de la Cámara de Comercio de Santa Cruz de Tenerife, te ofrece una guía on-line de todas las herramientas y conceptos que se deben de tener en cuenta antes de convertirse en empresario.
Primero hay que tener claro ¿Qué es lo que se quiere hacer?, es decir, qué proyecto de negocio tenemos. A ello se suele llegar por dos caminos distintos:
se nos ocurre una idea de negocio nueva, original, que no existe en el mercado, que nos llevará a abrir nuevos mercados, nuevas necesidades, etc. o bien algo ya existente en el mercado. Te animamos que visites el apartado Ideas de negocio.
Hay que tener en cuenta que tanto un camino como el otro, no nos aseguran el triunfo, el mayor éxito de las empresas es la calidad en el servicio o producto que se ofrece, la constancia y la diferenciación de dicho producto con la competencia y, por supuesto, la capacidad empresarial de cada persona..
Una vez elegido el sector de actividad y la idea empresarial, debemos de hacernos algunos planteamientos previos a la hora de emprender un negocio, que nos permitirán tener una mayor fiabilidad la hora de elegir la ubicación del local, la forma jurídica que debemos de adoptar según el riesgo y la inversión que queramos hacer, y algunos factores de éxito y fracaso que nos conviene saber para poder evitarlos o aprovecharlos entre otros aspectos, en un entorno tan cambiante como en el que nos encontramos.
Una vez decidida la idea empresarial es necesario reflexionar sobre nuestras cualidades como empresario. En el apartado autodiagnostico empresarial, usted podrá valorar si esta preparado o no para ser empresario, teniendo en cuenta que lo que deseamos es que nuestra empresa se consolide y crezca, pensando tanto en la el proyecto como en la capacidad personal de llevarlo a cabo.
Por último, hay que tener en cuenta que existen múltiples opciones en las que poder invertir en función de su rentabilidad y riesgo. Generalmente se considera que estas dos variables son directamente proporcionales, esto es, a mayor riesgo mayor rentabilidad, e inversamente proporcionales al concepto de liquidez: cuanta más rentabilidad, mayor riesgo y menor liquidez.
Para ello, es fundamental que usted realice un estudio de mercado y compruebe si su idea empresarial es viable técnica y económicamente, y tiene posibilidades de expansión en el futuro. Deberá conocer si su empresa esta bien financiada, calcular su margen comercial, realizar una buena estimación de compras y ventas, ingresos y gastos, según el mercado analizado, la población, la situación del local, la competencia etc. Para ello le ofrecemos una amplia guía de ¿Qué es un Plan de Empresa-Viabilidad?. Herramienta que, además de servirle a usted le permitirá tener un informe con el que poder obtener financiación ajena o presentarse a concursos y subvenciones.
Con el objetivo de contribuir a la consolidación de la economía canaria a través de la creación de empresas y la generación de puestos de trabajo, las Cámaras de Comercio, Industria y Navegación de Canarias y el Servicio Canario de Empleo establecieron en 1995 un marco de colaboración que ha favorecido la puesta en marcha del Servicio de Creación de Empresa, cuyos pilares son la información, el asesoramiento y la formación de todas las personas interesadas en poner en marcha una iniciativa empresarial.
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La elección de la forma jurídica es, sin duda, uno de los primeros pasos a dar dentro del proceso de creación de una empresa. Algunos emprendedores deciden una forma jurídica durante los primeros años de actividad, con el objeto de reducir costes laborales y de tramitación, y que en ocasiones evoluciona a otras con posterioridad.
Elección de la forma jurídica
Antes de analizar las distintas formas existentes, es necesario determinar los factores que determinan la elección de la forma jurídica de la empresa. Resumiendo, podemos señalar los siguientes:
- Tipo de actividad a ejercer. Tanto la actividad a ejercer como el sector pueden obligar a adoptar determinadas formas jurídicas: banca, seguros, agencias de viaje y otros exigen por ley constituir una sociedad mercantil.
- Número de personas que participen en el proyecto empresarial. Dependerá si se trata de empresas individuales o sociedades, e incluso existen determinadas formas jurídicas que exigen un número mínimo de socios (sociedades laborales y cooperativas).
- Responsabilidad de los/as promotores/as. Para la elección de la forma jurídica se deberá elegir entre restringir la responsabilidad al capital aportado a la sociedad o afrontar el riesgo de responsabilizar tanto el patrimonio personal como el social.
- Relaciones que mantienen los/as socios/as entre si. Cabe la posibilidad de restringir la entrada de nuevos/as socios/as o de valorar simplemente la aportación económica.
- Necesidades económicas del proyecto. Influyen en la medida que es necesario un capital social mínimo para determinados tipos de sociedad.
- Aspectos fiscales de la empresa. Se deberá analizar el tipo de imposición fiscal al que están sometidas las actividades que realiza dicha empresa y como repercuten fiscalmente en el impuesto de la renta de las personas físicas los beneficios obtenidos.
Cualidades del empresario
Los principales requisitos que deben ser asumidos por toda persona con voluntad de ser empresario son:
- La disposición a asumir riesgos
- La expectativa de obtener un beneficio
Crear una empresa supone poner en juego recursos naturales, humanos, económicos, etc., además de coordinar los mismos con la mayor efectividad posible, con el fin de que la empresa alcance los objetivos inicialmente planteados.
Considerando lo anterior, habría que realizarse la siguiente pregunta: ¿Cualquier persona tiene capacidad para desarrollar una actividad empresarial?
Como respuesta a esta cuestión, y teniendo en cuenta la complejidad económica actual y la rapidez en los cambios y hábitos del entorno económico, habría que decir que ser empresario exige no sólo una intuición o improvisación empresarial, sino una cada vez mayor preparación y cualificación.
No es fácil encontrar en una persona todas las cualidades necesarias para crear una empresa. Pero si se conoce el modelo ideal del promotor, se pueden establecer las carencias que uno tiene y así aplicar las soluciones más adecuadas en cada caso. Estas soluciones pasan por la formación, el acompañamiento e incluso el apoyo personal.
El promotor de un nuevo proyecto empresarial debe plantearse en qué medida va a poder hacer frente a las exigencias que la dirección de su futura empresa necesita. Entre las cualidades que debe tener un buen empresario se podrían destacar:
- Confianza en sí mismo e ilusión en su proyecto.
- Ser consciente de su necesaria formación (puesta al día) de los temas relacionados con su empresa.
- Dotarse de apoyo externo en todos aquellos aspectos que no pueda controlar (servicios complementarios a su actividad).
- Dotarse de un buen equipo de trabajo.
- Capacidad de organizar y coordinar todos los recursos de que dispone (humanos, económicos,...).
- Capacidad de dirigir y motivar al personal.
- Capacidad de tomar decisiones y asumir riesgos.
- Iniciativa y espíritu innovador.
- Capacidad de análisis de la realidad que le rodea y sus necesidades.
Conocimientos profesionales
- Formación académica adecuada.
- Formación técnica de la actividad específica o sector.
- Conocimientos en dirección y gestión de empresas.
- Conocimientos del sector y sus características, factores de éxito, mercado, perfil del cliente, competencia, proveedores, etc..
- Experiencia de trabajo, a ser posible, en el sector en que piensa competir.
Errores más frecuentes de los emprendedores
A la hora de emprender se deben tener en cuenta los errores más comunes de los emprendedores. Algunos de éstos son:
- No informarse sobre el funcionamiento de otros negocios con la misma actividad, y especialmente, aquellos que han fracasado. Se trata de conocer los motivos de dicho fracaso para no cometer los mismos errores.
- Pensar que una idea original es una empresa, sin analizar la viabilidad técnica para su fabricación ni el mercado para su comercialización.
- No saber elegir a los socios o colaboradores adecuados.
- Ofrecer productos que los clientes no necesitan o no están interesados en comprar.
- No saber diferenciar los productos respecto de la competencia.
- Establecer mal los precios de los productos.
- No tener suficientes conocimientos del mercado.
- No realizar un plan de empresa y/o de viabilidad económica y financiera.
- No asesorarse en aspectos de gestión o técnicos y pensar que se es autosuficiente.
- Pensar que la idea de negocio no pueda ser copiada y no innovar. No basta con ser creativo hay que ser innovador.
- Realizar fuertes inversiones o asumir elevados costes fijos que generen falta de liquidez.
- Realizar escasas inversiones o no asumir gastos mínimos necesarios para acondicionar un local.
- No disponer de suficientes recursos financieros.
- Depender en gran medida de ayudas, subvenciones o financiaciones ajenas tales como préstamos bancarios o pólizas de crédito.
- No recocer los errores rápidamente para poder tomar decisiones correctoras. Por ejemplo, una mala ubicación de la empresa o reclutar personal no adecuado.