El franquiciador es un empresario que, decidido a realizar un proceso de expansión mediante la fórmula de la franquicia, reúne en su persona experiencia en el sector de actividad, un saber hacer de éxito contrastado en centros piloto propios, la propiedad de la marca y unos recursos financieros suficientes para acometer el crecimiento del negocio. Junto a estos aspectos, la empresa franquiciadora ha de asumir una estructura y organización adecuada, más compleja, con nuevos departamentos, puestos y funciones, que permita formar, informar y asistir a los franquiciados, ejecutores y responsables, en última instancia, del crecimiento de la marca.
En este sentido, y para que el proceso de desarrollo en franquicia se adecue a los intereses de las partes, el contrato, además de las obligaciones del franquiciado, debe recoger las funciones y obligaciones del franquiciador y su estructura.

Independientemente a las funciones inherentes al modelo de negocio individualmente considerado, el franquiciador debe asumir las siguientes obligaciones y responsabilidades:

Conocimiento del mercado y el sector de actividad

El franquiciador debe ser capaz de asesorar al franquiciado, sobre las características y estructuras del sector y el mercado en el que este va a desarrollar su actividad.

Para cumplir con esta premisa, el franquiciador se basará en la propia experiencia y en la información filtrada del uso de cualquier herramienta que potencie dicho conocimiento (estudios de mercado, análisis sectoriales).

Concesión de licencia de marca y signos distintivos

El franquiciador deberá garantizar al franquiciado la validez del derecho cedido así como la cooperación en la difusión y notoriedad de la marca.

Formación y asistencia continuada

El franquiciador debe transmitir al franquiciado su saber hacer de forma previa al inicio de la actividad, prestándole asistencia técnica a la apertura y formación inicial, durante el momento de la apertura, con su presencia o la de un colaborador experto, y permanentemente mientras esté vigente el contrato, mediante circulares internas, boletines informativos periódicos, convenciones, cursos de reciclaje y promoción y difusión de la marca.

Igualmente, deberá desarrollar canales de comunicación recíprocos que permitan al franquiciador informar al franquiciado y a éste ponerse en contacto con la central para transmitirle sus dudas y problemas puntuales, con el objeto de que la central franquiciadora colabore, desde la experiencia, en su resolución.

Garantía de aprovisionamiento

Independientemente del peso específico que tenga el aprovisionamiento centralizado en cada modelo de red de franquicia, la central franquiciadora deberá garantizar al franquiciado el suministro de los productos pactados de forma puntual, fluida y suficiente.

Adicionalmente, resulta clave, especialmente si existe una cláusula contractual de aprovisionamiento en exclusiva, que los suministros ofertados al franquiciado incluyan un surtido lo suficientemente amplio y un precio competitivo.

Estructura y recursos financieros

Con el objeto de que el franquiciador pueda coordinar y potenciar el esfuerzo de difundir la marca, formar, informar y asistir a la red, aprovisionarla centralizadamente y mantenerse permanentemente al corriente de la evolución del sector y el mercado, deberá dotarse de una estructura coherente al esfuerzo y la complejidad que estas acciones implican.

El franquiciador neófito deberá, en este sentido, asumir la necesidad de reestructurar su organigrama empresarial para adecuarlo a las implicaciones derivadas del proceso de expansión.

Es decir, deberá superar las pautas de funcionamiento de la pequeña o mediana empresa y asumir las necesidades estructurales de una organización que progresivamente irá siendo más grande y compleja.
Resulta esencial, que la central franquiciadora se dote de una estructura adecuada en medios y recursos humanos para poder asistir a los franquiciados.

El franquiciador veterano deberá estar dispuesto a adecuar de forma permanente su organización a las necesidades detectadas en la red.

Ambos posicionamientos exigen una solvencia financiera suficiente de la central franquiciadora así como una voluntad de destinarla, al menos en parte, a la mejora permanente de la cadena de franquicia.

No cimentar suficientemente la estructura organizativa y mantenerla, puede suponer una fuente permanente de conflictos con los socios franquiciados y, a la larga, la desaparición de la cadena de franquicia.

Control y evolución del sistema

Un buen franquiciador será aquel que adecue su estructura a un permanente y sustancial seguimiento de la actividad de sus franquiciados. Un control que deberá tener por objeto en todo momento la detección de debilidades que puedan poner en peligro la rentabilidad de los negocios franquiciados y, en definitiva, la propia continuidad de la enseña.

Esta acción de control podrá ejercerse a través de muy diversos procedimientos como, por ejemplo, sistemas informáticos en red, visitas periódicas a las unidades de negocio, la intervención permanente de un controller o, simplemente, mediante la consecución de datos directamente obtenidos por el franquiciador con o sin el conocimiento de sus franquiciados (es el caso de fórmulas de cliente misterioso empleadas en muchas franquicias).

Será precisamente en este control en el que el franquiciador deba asentar un feed back que le permita mejorar su modelo de negocio y franquicia y permitir que éste se adapte a las exigencias no sólo de su estructura empresarial, sino de las empresas de sus franquiciados y, lo que es más importante, del mercado en general.